Cuando el Señor regrese, ¿cómo vendrá? En primer lugar, vendrá personal y corporalmente, Cuando el Señor Jesucristo ascendió a los cielos, dos ángeles de Dios se acercaron a los discípulos y les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1: 1 1). Así como Cristo ascendió a los cielos y fue visto por Sus discípulos mientras subía en una nube, el Señor regresará, personal y corporalmente. Hay quienes piensan que la venida del Señor toma lugar en el momento de la conversión, cuando el Señor entra en el corazón del nuevo converso. Sin embargo, la enseñanza de la Palabra de Dios es muy distinta ya que
ella habla de una venida que traerá fin al presente orden de cosas; una venida en lo cual Su pueblo será recompensado y los inicuos juzgados; venida que restaurará el orden original en el cual Dios hizo el universo.
En segundo lugar, la venida del Señor tomará
lugar como ladrón en la noche. Por eso el apóstol Pablo dijo a los tesalonicenses: «Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá, así como ladrón en la noche. » Un ladrón se presenta cuando menos se le espera, no anuncia su llegada. Llega cuando los dueños de la casa duermen o se encuentran fuera. La venida de Cristo será sorpresiva, inesperada.
Por eso el Señor dijo: «Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa; si al anochecer, o a la media noche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga, no os halle durmiendo». (Marcos 13:35,36). Muchas de las parábolas que el Señor Jesucristo contó tuvieron como fin, precisamente, enseñar que Su venida será sorpresiva, que vendrá cuando menos se le esté esperando.
PROPOSITOS DE SU VENIDA
En primer lugar, Cristo viene para resucitar a los suyos. El apóstol Pablo nos dice al respecto: «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero» (1Tesalonicenses 4:16).
Esto es lo que comúnmente se llama el «Rapto de la Iglesia». Cuando
Cristo venga, Io primero que sucederá será la resurrección de los creyentes. Esto fue una promesa del Señor cuando dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25). El cristiano vive y muere con esa expectativa: de ser reunido a Cristo en el día final. La tumba no es el destino final de la persona; es un sitio temporal donde descansan los restos hasta el día de la resurrección.
Se cuenta que durante la guerra entre los estados del norte y los del sur en los Estados Unidos, lo que se llamó la guerra de sucesión, caminaba con un ejército un capellán, un ministro cristiano. Después de una larga jornada por un sitio desconocido, llegaron ya de noche a un lugar donde acamparon. Una vez que los soldados se acostaron en el campo raso, cayó durante la noche una fuerte nevada. Al día siguiente, el capellán se levantó temprano a orar. Al salir de su tienda vio todo el campo lleno de montículos que parecían tumbas. Pensó que habían pernoctado en un cementerio. Mientras observaba el campo, la corneta del batallón tocó su instrumento dando la orden a los soldados de levantarse. Cuando aquella corneta se escuchó en el campo, todos aquellos montículos que parecían tumbas se empezaron a mover: eran los soldados que habían dormido debajo de sus mantas, pero que habían sido despertados por el sonido del clarín. Lo que parecía un cementerio, se convirtió en un ejército organizado al sonido del clarín. Inmediatamente le vinieron a la mente al ministro las palabras del apóstol Pablo: «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero ‘ (1 Tesalonicenses 4:16).
En segundo lugar, cuando Cristo venga los justos que estén vivos serán transformados. Mientras que los justos que hayan muerto serán resucitados, los justos vivos serán transformados y arrebatados para recibir al Señor en el aire. La Palabra del Señor dice al respecto: «Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire»
(1 Tesalonicenses 4:17). Este será el momento glorioso dé la transformación final del cristiano: lo mortal se hará inmortal, Io corruptible incorruptible; el pecado será definitivamente erradicado de nuestra naturaleza humana, y nuestros cuerpos glorificados, recibiendo el estado original en el cual Dios los hizo. La muerte será vencida, Io mismo el mal, la dolencia y la enfermedad. El cristiano recibirá definitivamente la inmortalidad que se hizo posible con la muerte de Cristo.