Dios no se había olvidado de las promesas a Su pueblo, que durante siglos había esperado la llegada del Mesías. Pero por unos cuatrocientos años casi dejaron de esperarle, cuando la nación Judá estaba bajo la servidumbre de los romanos y solamente unos cuantos se acordaban de la promesa de Dios.
Dice la Biblia «Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer» (Gálatas 4:4). Dios tenía todo planeado desde la creación del mundo y hasta el día de hoy vemos cómo se está cumpliendo lo que El habló por los profetas de antaño.
La historia es muy conocida, cómo un carpintero Jamado José se desposó con una joven llamada María, pero antes de que se casasen se le apareció el ángel a María y le dijo que Dios iba a enviar Su Hijo al mundo por medio de ella. Fue justamente en el tiempo que había salido un edicto del gobernador mandando que todos fueran a sus ciudades natales para ser empadronados. José y María, siendo de la tribu de Judá y la familia de David, fueron a Bethlehem. Llegando allí no encontraron lugar en el hotel, pues eran muy humildes, pero parece que algún ciudadano les tuvo compasión permitió que durmieran en un establo. Fue allí donde el Hijo de Dios nació. Aquella noche los ángeles cantaron a los pastores en el campo donde guardaban las vigilias de su rebaño y un ángel les dijo, «He aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un que es Cristo el Señor» (Lucas 2:10,11) Los pastores dejaron sus rebaños y fueron para adorarle.
Este niño era el mismo Hijo de Dios. Más bien era Dios manifestado en la carne. María se dio cuenta que era un Niño especial. A los pocos días de haber nacido fue llevado al templo para ser presentado al Señor. El anciano Simeón había esperado la llegada del Mesías toda su vida y ahora fue movido por el Espíritu Santo para que fuese al templo, que allí iba a ver al Cristo. Viendo al Niño le tomó en sus brazos y rogó a Dios que lo recogiera, pues ya había visto el Salvador de Israel.
También unos astrónomos del Oriente vieron una estrella especial y así entendieron que un Rey había nacido. Ellos llegaron cuando Jesús tenía unos dos años. Le llevaron obsequios muy costosos y cuando le encontraron en una casa humilde, inmediatamente se inclinaron para adorarle. Es extraño que los religiosos entre los judíos no supieran, ni se interesaran, pero ellos nunca llegaron a aceptarle como el Hijo de Dios. Leamos lo que dice en (San Juan 1:11) «A los suyos vino, y los suyos no le recibieron. » Cristo fue rechazado por los suyos. Él vivió en obscuridad durante los primeros treinta años de Su vida. Luego, guiado por Su Padre Dios, salió a cumplir el ministerio para el cual había venido a este mundo. Un día él fue al Río Jordán para ser bautizado por Su primo, Juan el Bautista, quien estaba predicando en el desierto. Cuando Juan le vio acercarse, él dijo, «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan I :29). Juan habló esto por el Espíritu Santo, porque en verdad Cristo era el «Cordero» de quien eran símbolos los sacrificios anteriores que hacían en el templo por el pecado.
Jesús llamó a unos doce hombres humildes que le siguieran y con ellos iba pasando por los pueblos de Palestina llevando el mensaje de Dios. Claramente dijo, «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6). Pero no creyeron en Él. Hizo grandes milagros para que creyeran pero aun así no le aceptaron. Este fue el Hijo de Dios prometido por muchos siglos, pero al llegar, Su nación no creyó en El. Los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento cuentan Su historia. Contienen también las palabras que El habló. El vino para salvar, no solamente a la nación de los israelitas, sino al mundo entero, si creyeran en Él. Vino a ser una Luz, la Puerta, el Cordero, la Vida misma de los hombres. El vino para mostrar el Padre Dios a los pecadores.
En cierta ocasión Él y Sus discípulos estaban en el mar. Cristo se acostó en el barco para dormir. Vino una tempestad muy grande y los discípulos tuvieron miedo. Clamaron a Cristo como si él no se preocupara de ellos. Les dijo Jesús. «Hombres de poca fe,» luego El habló al viento y al mar, y la tempestad cesó. Se maravillaron de este gran milagro. Pero no tenemos por qué sorprendernos, porque Cristo era Dios. Él puede hacer todo.
Cristo también sanó a los ciegos que acudieron a Él. Una vez hubo un ciego que, cuando oyó que Cristo iba pasando, le gritó pidiendo ayuda. Sus compañeros le dijeron que se callara, pero gritó aún más. Jesús le oyó, le llamó que se acercara a Él, y le sanó en un instante. iQué grande es el poder de Dios! No oración de los que claman a Él y los sana. He aquí la receta de la Biblia: «¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. (Santiago 5:14, 15).
Muchas veces cuando Jesús enseñaba las multitudes les hablaba en parábolas, o sea ilustraciones. Una de las parábolas más conocidas es la del hijo pródigo. Se cuenta así: Un padre de familia tenía dos hijos. El menor no estaba satisfecho en la casa de su padre y un día se le acercó y pidió que le entregara la parte de la herencia que le pertenecía. Fue una petición muy atrevida, pero el padre se la concedió. Este hijo juntó luego sus cosas y viajó a un país lejano. Estando allí gastó su dinero en placer y pecado. Mientras tenía dinero no le faltaban amigos pero al terminarse los recursos este joven ingrato se encontró solo. Buscó trabajo y no encontró otra cosa que apacentar los cerdos. Un día estando solo comenzó a reflexionar y se dijo, «Aún los sirvientes en la casa de mi padre tienen qué comer, y aquí yo perezco de hambre, Volveré a mi casa y diré a mi padre, Padre, he pecado contra el cielo y contra tí. Hazme como uno de tus jornaleros.
Se levantó y fue a su casa. Mientras estaba todavía a una buena distancia su padre le vio, le abrazó y mandó que los sirvientes trajeran ropa limpia para él y que le dieran de comer. Hicieron más; mataron el becerro gordo e hicieron una gran fiesta. El padre le perdonó y volvió a recibirle como hijo. Jesús quería enseñarnos que, aunque somos pecadores y muy ingratos, cuando nos arrepentimos, Dios el Padre nos recibe con brazos abiertos. ¿Por qué no dejamos la vida de pecado ahora y volvemos a Dios? La vida del pecador es una vida ingrata. Dios quiere darnos Sus bendiciones. Pero tenemos que llegar a Él y pedirle Su perdón, sirviéndole luego de todo corazón. Esta historia se encuentra en el libro de San Lucas capítulo 15, comenzando con el versículo 2.
Por más que Cristo enseñara e hiciera señales y milagros, ellos no querían creer en Él. Los líderes religiosos se burlaban de Él, y procuraban matarle. Pero todavía no había llegado la hora de Dios. Después de tres años de ministerio, Cristo mandó a Sus discípulos que buscaran un pollino de asna y Él subió en este animal, entrando así en la ciudad de Jerusalén. Esto fue un acontecimiento muy significativo, pues un profeta del Antiguo Testamento, Zacarías, lo había predicho. Fue una de las muchas pruebas de que Cristo sí era el Mesías prometido. Cristo fue aclamado rey por las multitudes cuando Él entró en la ciudad de Jerusalén. Algunos quitaron sus capas y las pusieron en el camino por donde pasaba el pollino.
¡Pero a los pocos días después de esta aclamación la multitud estaba lista a tomar parte con los que gritaron, “crucifíquenle!»
Debemos recordar que aunque Cristo enseñó e hizo milagros,. Su motivo principal fue salvar a la humanidad del pecado por medio de Su muerte en la cruz. Era justamente el tiempo de la fiesta de la Pascua, la Conmemoración de la noche que los israelitas salieron de la esclavitud de Egipto. Era el tiempo que mataban un cordero, símbolo del cordero pascual. Y fue en este tiempo que Dios permitió que Su Cordero fuera sacrificado. Los que iban a matar y comer el cordero ese año tenían sus mentes entenebrecidas, pues, el verdadero Cordero de Dios iba a dar Su vida en la cruz. El otro cordero solamente era un símbolo. Cristo era el verdadero Cordero.
Jesús fue apresado por los soldados mientras oraba con Sus discípulos en el huerto, y de allí le llevaron para ser juzgado. El gobernador Pilato quería librarle, pues se dio cuenta que Cristo era una persona diferente, tal vez el Hijo de Dios, como se decía. Pero las multitudes ya estaban enseñadas de parte de los líderes religiosos, y no permitieron que Pilato le soltera. Pidieron muerte, y muerte por crucifixión. Esto fue el plan de Dios. El profeta Isaías ya lo había predicho. Cristo iba a morir como una oveja inocente. Y así pasó. Fue llevado al monte Calvario, y allí entre dos ladrones, fue clavado a un madero. Muchos, al verle, se mofaron. Decían, «A otros salvó, a sí mismo no puede salvar.’
solamente sanaba en aquel tiempo cuando andaba en esta tierra, sino que hoy desde el cielo escucha la Era la verdad. Por salvar a otros no podía salvarse a sí mismo.
Pero Dios, quien es Todopoderoso, al tercer día, le resucitó a Su Hijo. Fueron unas mujeres con especias aromáticas para ungir su cuerpo, pero no le encontraron. Más bien vieron un ángel quien les dijo que Cristo había resucitado. Luego Él se apareció a los discípulos en muchas ocasiones. Les era difícil creer que era Él. Tomás había dicho que no podía creer, pero al ver Sus manos heridas y el lugar donde metieron la espada en su costado él si creyó.
LA DIFERENCIA MAS GRANDE ENTRE LOS CRISTIANOS Y LAS RELIGIONES PAGANAS ES QUE EL CRSITIANO TOENE A UN DIOS QUE VIVE. Los otros dioses murieron y no volvieron a vivir. CRISTO EL HIJO DE DIOS TIUNFO SOBRE LA MUERTE ESTA ES UNA PRUEBA MUY IMPORTANTE DE QUE CRISTO ES DIOS HIJO, LA SEGUNDA PESONA DE LA TRINIDAD.
Paso unos cuarenta días en la tierra y un día llevo a sus discípulos a un monte fuera de Jerusalén y les encomendó la continuación de la predicación del evangelio.
Cristo había cumplido su ministerio y ahora a ellos les tocaba seguir. Además, les dijo que no salieran a predicar inmediatamente, sino que primero esperaran en la ciudad de Jerusalén hasta que Dios enviará la promesa del Espíritu Santo y así ellos tendrían poder para predicar. Mientras Cristo les hablaba comenzó a ascender hacia el cielo, y una nube le cubrió para que no le vieran más. Quedaron los discípulos asombrados mirando hacia el suelo cuando se les aparecieron dos ángeles y les dijeron “¿Por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. (hebreos1:11)
Así termino Cristo su ministerio terrenal. Ahora nos toca a nosotros creer y servirle.
PARA MEMORIZAR:
¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande? (hebreos 2: 3)
ORACION:
“A ti alce mis ojos, a ti que habitas en los cielos. He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros.” (Salmos 123: 1-2)