A mi manera de ver la obra más grande de Dios es la salvación. Prefiero ver a uno convertido que cualquier otra cosa. Y yo he sido testigo de varias conversiones extraordinarias.
La última iglesia donde pastoreé estaba en un pueblo del Estado de Ohio. Quiero referirles una historia de aquella iglesia, una historia muy extraña, sin embargo, verídica. Yo sé que es verídica porque yo era el pastor de las personas en la historia.
Cerca de un año antes de que comenzáramos el Templo Calvario en esa ciudad, Ricardo y su esposa Judit tenían un negocio que especializaba en micrófonos y altoparlantes. Ricardo no era un cristiano verdadero, aunque él y su familia asistían con regularidad a una iglesia de la ciudad.
Una noche a la hora de cerrar el negocio, mientras Ricardo y Judit estaban poniendo las cosas en orden, la puerta de la calle se abrió. Entró un hombre alto, con una media de nylon sobre su cabeza y un «Magnum 44″ agarrada con las dos manos. ¡Gritó, “iEste es un asalto!»
Cuando Ricardo no se apuraba lo suficiente para el pistolero, él corrió hacia él, colocó el cañón del fusil entre los ojos de Ricardo y tiró el gatillo. Hubo un golpe fuerte cuando el revólver falló el tiro. Si hubiera despedido la bala la cabeza de Ricardo habría volado de su cuerpo.
Perplejo, el pistolero dirigió el revolver hacia la ventana y tiró el gatillo otra vez. Esta vez hubo una explosión atronadora mientras el vidrio de la ventana se hizo pedazos en la calle.
Ahora, muy enojado, el pistolero golpeó con la culata del revólver pesado la cabeza de Ricardo, destrozando su cráneo, y metiendo pedacitos de hueso en el tejido que protege el cerebro. Ricardo yacía en un charco de sangre, mientras el intruso obligó a Judit a alejarse de la caja, recogió el dinero, y desapareció en la oscuridad.
Ricardo fue llevado de prisa a emergencia y operaron en su cerebro. Su vida fue salvada. Unos días más tarde el pistolero fue capturado, y cuando Ricardo había recobrado la salud lo suficiente para testificar contra él, le fue dada una sentencia larga en la penitenciaría del estado.
Y allí entra la historia del Templo Calvario. Por medio de diferentes circunstancias, Ricardo y toda su familia se arrodillaron un domingo de mañana y aceptaron a Cristo como Señor y Salvador.
Dios comenzó a tratar con Ricardo acerca del perdón. Dios perdona y se olvida totalmente las cosas que son lavadas en la sangre de Cristo. Yo le dije a Ricardo que, aunque ese hombre había intentado asesinarle, él tendría que perdonarle. En verdad esto era una asignación muy dura para un nuevo convertido. («Claro, es fácil que usted hable del perdón, Pastor. iNo fue su cabeza!»)
Así que todos nos sorprendimos cuando un día Ricardo recibió una carta del preso. Artimio Parks había encontrado al Señor Jesús por el ministerio de otro preso, y ahora estaba pidiendo perdón a Ricardo. Contó que allí en la penitenciaría había conocido al Señor y quería arreglar sus cuentas con los que había lastimado.
Ricardo sintió el deseo de ir a la penitenciaría para visitar a Artimio, y obtuvo permiso de las autoridades en la penitenciaría. Cuando volvió, Ricardo sentía amor por el que le había asaltado tan brutalmente. «Pastor, yo voy a sacar a Artimio de esa terrible cárcel», declaró.
Yo sabía que eso sería imposible, pues la comisión que concedía libertad provisional era muy estricta. Pero Ricardo tenía mucho entusiasmo. «Bueno, Pastor, ¿no proclama usted desde el púlpito cada domingo que todo es posible?» preguntó.
Pasó casi un año mientras los dos hombres comunicaban por carta. Ricardo y Judit iban a penitenciaría a visitarle cuando era posible. «Artimio merece otra oportunidad», me decía Ricardo «Yo voy a hacer todo para que le den la libertad.»
Cuando le hice recordar que Artimio había intentado matarle y que habría tenido éxito si no hubiera fallado el tiro, Ricardo contestó, «Cierto, pero eso fue antes de que conociera a Cristo. Esas cosas viejas han pasado ahora. Tenemos que empezar de nuevo.
Y así fue que (¡milagro de milagros!) el último jueves de enero de 1 979, Ricardo y Judit viaja en su carro a la penitenciaría para recibir un nuevo miembro en su familia. Artimio Parks fue entregado a su poder con libertad provisional.
Por un tiempo Artimio vivía en el hogar con sus benefactores y trabajaba con Ricardo en un nuevo negocio que pertenecía a los dos. Y cada vez que yo estaba en el púlpito toda la familia Walborn incluyendo a Artimio, llenaba una banca en frente de mí. iQué inspiración me daba al verles!
Hace poco recibí una carta de Artimio. Ahora tiene un diploma por haber completado un curso de estudios bíblicos y se está preparando para ser pastor. Está muy contento él y Ricardo llegaron ser hermanos en Cristo, a pesar de la noche sangrienta de su primer encuentro.
Y hay una cosa más. Uno de estos hombres tenía la tez clara y la otra tez oscura.
Un comerciante en aquel pueblo me dijo “esta historia es la más absurda que he oído” pero era verídica. Todo el pueblo lo comentaba y como resultado muchas vidas fueron afectadas.
Jesús cambia las personas, él cambia a todas las clases ricos, pobres, los que han tenido éxito, los que han fracasado y que se sienten desesperado, los pistoleros y negociantes. NO HAY NADIE QUE ESTE FUERA DEL ALCANCE DE DIOS, por más perdido que sea, solo la sangre de Cristo puede transformar sus vidas.
Dios salvara a cualquiera que clame a él, no importa la condición que Ud. Se encuentre, solo él necesita un corazón arrepentido delante de él.