Este es un relato de una juventud desperdiciada y sin futuro que de pronto es transformada por el poder de Dios. Es sobre un joven cuyo único “sueño” era ser un jefe de la mafia, pero a quien Dios le trajo a una nueva vida en Cristo y al éxito atlético.
Nunca es tarde para Dios. Él puede cambiar una vida desperdiciada a un triunfo de su gracia… y llevar esa persona a la cima del mundo deportivo. Así le ocurrió a un reconocido jugador de fútbol.
Hay un viejo dicho que dice “la juventud es desperdiciada en los jóvenes”. Y Zoltan Gera desperdició su juventud con alcohol, pandillas y drogas. Pero, luego radicalmente, fue salvo y se convirtió en el mejor futbolista en Hungría.
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Aunque Gera fue un jugador talentoso cuando joven, él estuvo muy distraído con problemas para buscar una carrera profesional deportiva.
“Tenía 15 años y veía partidos de la primera división y me dije a mí mismo: Escucha, tienes mejor calidad y talento que estos jugadores. También dije: Para ti es muy tarde, ya acabaste. Nunca serás un futbolista porque desperdiciaste tu talento”, relata Gera.
Incluso a Gera se le dificultó jugar fútbol a un alto nivel, porque había perdido su capacidad pulmonar por olfatear pegamento. Al caer más bajo en sus problemas, su padre decidió que solo Dios podía salvarlo.
“Mi papá trató de mantenerme en buen camino, pero al final dijo: “No puedo ayudarte. Te llevaré a la iglesia a ver si Dios te puede ayudar o no”, comenta Gera. Entonces su padre lo llevó a la iglesia. Gera jamás había visto adoración evangélica y pensó que era fascinante la emoción de la gente. Pero cuando su papá le preguntó si deseaba pasar adelante y ser salvo dijo que no. Su papá lo volvió a llevar a la iglesia y le preguntó de nuevo si quería darle su vida a Dios.
“’No … no’, le dije. Pero mi papá, él me agarró y él me jaló frente a la iglesia y sí, oré con otros. Desde ese momento, era un hombre nuevo”, precisa Gera. Gera inmediatamente renunció a las pandillas, alcohol y drogas. Vio que tenía mucho tiempo para practicar fútbol, pero su cuerpo seguía dañado por las drogas. “Dijeron que nunca sería un futbolista profesional. Entonces empecé a orar: Por favor Dios, ayúdame a volver al fútbol”, comenta Gera.
Dios respondió a su oración, y pronto, mientras todavía era adolescente, comenzó su carrera profesional. Como un mediocampista para el Club Ferencvárosi, Gera ha sido el jugador húngaro del año tres veces. Zoltán y su esposa Timea tienen dos hijos. Se conocieron en la iglesia, pero al conocer de su pasado, al principio ella no confiaba en él.
“Conocía a Zoltán como futbolista, pero no personalmente, y lo supe. Antes era un tipo muy malo. Él fue muy agresivo. No estaba seguro de que la vida de Zoltan cambiara por completo, así que comenzamos a reunirnos y pude darme cuenta de que había cambiado y que Dios le había salvado la vida”, relata Timea.
Zoltán y Timea llevan casados 13 años y asegura que regularmente ven el Club 700 en Hungría. Ambos han llevado su testimonio cristiano a un deporte que lo necesitaba, pero tal vez más que eso, Zoltan Gera es ejemplo para todos. No importa cuán desalentadora veamos nuestra vida, Dios tiene la última palabra. “Y para Dios nada es imposible. Él puede cambiarte aún a los 60 ó 70 ó 50 años, no importa. Mi vida es un ejemplo que nunca es tarde”, concluye Gera.