- Enseñe a su hijo a temer a Dios (Pr. 1 :7)
- Enseñe a su hijo a respetar las autoridades. (Ro. 1 3: 1 )
- Asegúrese de que sus instrucciones son de acuerdo con la voluntad de Dios
(Rom. 12:1 ; Col. 1:9)
Estamos seguros que si estas reglas se practican fielmente obrarán el deseo de obedecer. Instintivamente los niños y niñas se inclinarán a la obediencia.
1) La obediencia es una virtud fundamental. Se ha dicho que crear una familia es como quien sube una escalera. Se sube escalón por escalón. Primeramente enséñesele con paciencia y mansedumbre, pero con firmeza, que el niño someta su voluntad a la suya, porque sin la obediencia salen sobrando los demás esfuerzos. Se puede instruir, rogar, amonestar, pero sin la obediencia no se saca ningún provecho.
2) La base de la obediencia es el temor a Dios. Estamos enseñándoles el temor a Dios cuando les enseñamos que Dios se revela en las Escrituras y en la naturaleza. Tengámosles siempre bien presente que este mundo es de Dios, con todo, y que hay mucho pecado y el diablo está también en el mundo. Por medio de Sus criaturas y de Su cuidado providencial, y especialmente por Su Palabra, Él siempre nos está diciendo que es grande y de infinita bondad.
3) Debemos hablar a nuestros hijos acerca de Dios en donde quiera que estemos y en todo lugar, sentados en la casa, y andando por el camino, al levantarse. (Dt. 6:6,7). Al hablar así a nuestros niños debemos procurar hacerlo con mucha reverencia.
4) Se principia a enseñar el temor de Dios tan pronto como podamos hacernos entender con ellos. Mientras no sean de edad de hacerles entender, podemos estar en comunión y oración con El que puede preparar el futuro de ellos, quien es Dios, y estar orando por ellos mientras ellos crecen.
5) Al enseñar al niño la autoridad, enséñele que el padre es la autoridad que está sobre él, la que Dios le ha dado, a la cual el niño debe estar sometido.
6) Los padres deben dirigir a sus hijos porque esta es la voluntad de Dios. Dios quiere que los hijos obedezcan a sus padres. Bien que tanto padres y madres e hijos viven ocupados en diferentes ocupaciones, deben estar bajo la obediencia de Dios.
7) Un río nunca sube más alto que su manantial, de igual manera la enseñanza moral nunca puede sobrepasar a la moralidad personal. No piense que Ud. puede enseñarle a su hijo la obediencia cuando Ud. mismo como padre o madre no obedece a Dios. Es muy natural que el hijo imite al padre o a su madre. No puede ser mejor la copia que el original.
8) Siendo que toda autoridad viene de Dios, todos los que ejercen autoridad enseñan que son representantes de Dios el Padre Celestial. Para ser representantes dignos de la representación que se nos ha dado debemos siempre hacer la voluntad de Dios como padres y madres.
9)Enseñar al niño es entrenarlo en el camino que debe andar. Enseñar al niño en el camino que debe andar es enseñarle a obedecer y a hacer la voluntad de Dios. No piense Ud. que puede enseñarle a su hijo la voluntad de Dios cuando Ud. mismo no conoce la Palabra de Dios.
10) La delincuencia de los niños generalmente se entiende que es delincuencia paternal. Esto es muy cierto, porque como una unidad, los padres son muy responsables. Si los niños crecen mal, la culpa recae sobre los padres, porque no han enseñado bien a sus hijos.
11) El problema de enseñar a los hijos la obediencia constante, en su mayor parte descansa en que los padres no saben mandar bien, no saben dar órdenes precisas.
12) Siendo que nuestra autoridad no es de nosotros mismos, y siendo que la autoridad que tenemos nos viene de Dios, nunca debemos mandar autoritativamente como si fuera de nosotros, y sin haber necesidad.
13) Si ha de enseñar la obediencia a sus hijos, no Io haga con amenazas ni por fuerza autoritativa, ni tampoco con promesas halagadoras; si así Io hace, Ud. mismo está enseñándoles a no obedecer. Si los niños le obedecen por consideraciones personales o concesiones personales no están practicando la obediencia.
14) Nunca dé una orden ni ordene nada que Ud. mismo espera que no le obedezcan. Tal fingimiento de autoridad es profanación de la autoridad de Dios, y anima a la desobediencia.
15) Los padres deben pensar antes de mover o ejercer el poder del cielo que los autoriza a mover o a poner en movimiento la actividad del niño. Recuerde que el cielo gobierna a la tierra y no la tierra al cielo.
16) No mande a sus hijos si no está seguro de que lo que va a mandar está en conformidad con la voluntad de Dios. Mande con seguridad de Io que manda. Mande equitativamente. Si es para refrenar a su hijo, vea que sea dentro de la voluntad de Dios y del conocimiento de las Escrituras, y de Io que es justo y razonable.
17) Que el padre mande a sus hijos con la fuerza bruta, es crear un paraíso de desencantos para los padres, y un campo de concentración para los hijos. Si los padres mandan a los hijos en el nombre del Señor, los hijos obedecerán a los padres por causa del Señor, y esto es verdadero gozo y libertad tanto para los padres como para los hijos; «porque donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad»
(2 Cor. 3: 17).»
18) El castigo que se le administra a un hijo que se aparta de la conducta debida, nunca debe ser retribuyente en su carácter como deuda moral. El castigo es la forma en que Dios nos muestra que Él se da cuenta de nuestra obediencia o desobediencia.
19) El castigo es una provisión afable para los hijos desobedientes. Es lo mismo que darle al hijo caprichoso una llamada amorosa para que vuelva al camino que es vida y salud para él. (Pr. 13:24)
20) Castigar al niño por desobediente, por Io pronto no es placentero, pero después se siente muy sabroso.
Los padres asumen el derecho de dominar a sus hijos, y piensan que es un derecho personal; pero muchos padres asumen el derecho en forma arbitraria. Los que así asumen el derecho hacen el papel de dioses chiquitos ejerciendo poderes dictatoriales. Tal padre es un Hitler pequeño, a quien se le teme más bien que amarle. La obediencia compulsoria que deja a Dios fuera de su consideración,
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